Más allá de ser un camino ineludible para que muchos trabajadores sigan cumpliendo sus tareas, el home office se ha convertido en una opción sumamente deseable. Y aquí te presentamos los datos que apoyan esa tendencia.
De acuerdo a un relevo de la consultora Isonomía, el 83% de los empleados de Pymes y el 87% de los empleados de grandes empresas quieren incrementar o mantener sus horas de teletrabajo luego de la pandemia de coronavirus.
Al mismo tiempo, un 88% de los empleados de Pymes consideraría trabajar para una compañía radicada en otra provincia, al igual que un porcentaje similar (87%) de los trabajadores de grandes empresas.
Finalmente, el 69% de los empleados creen que el teletrabajo es la herramienta que mejor logra mantener el equilibrio entre la vida laboral y la personal.
No sólo los asalariados están de acuerdo con la idea de que el teletrabajo se vuelva una “nueva normalidad” sino también gran parte de los directivos.
Así, en la encuesta de Isonomía el 72% de los CEOs consultados estuvieron de acuerdo con la afirmación de que el teletrabajo hace accesible la oferta de trabajo para más cantidad de personas, y el 82% señaló que fomenta el desarrollo de economías regionales facilitando a las empresas contratar a trabajadores de todo el país.
Paralelamente, de acuerdo al informe “La extensión del hogar por la pandemia: trabajo, capacitación y educación a distancia”, publicado por Carrier y Asociados, para un 39% de los teletrabajadores durante cuarentena la experiencia significó un debut en esa modalidad de trabajo.
De los relevados en ese informe, un 22% ya hacía teletrabajo semanalmente, porcentaje que también vale como indicador de la cantidad de empresas que habían implementado el home-office antes de la pandemia, al menos de manera parcial.
Este cambio de hábitos previo al aislamiento social preventivo y obligatorio se refleja aún más en el 24% de los trabajadores que cumplía tareas desde su hogar todos los días, en su mayoría personas de 57 años o más, probablemente con dificultades de empleabilidad por razones de edad.
El informe de Carrier y Asociados le da la razón al de Isonomía al momento de reflejar cuán conformes están los que trabajan en casa: sólo el 9% de los consultados quiere volver a cumplir tareas en las instalaciones de la compañía para la que se desempeñan.
Nuevos desafíos
Está claro que este evidente cambio de actitud representa un desafío para las empresas pero también para los gobiernos, empujados a legislar sobre la nueva realidad.
En ese sentido, con 40 votos afirmativos y 30 en contra, el Senado aprobó el jueves 30 de julio la nueva ley de teletrabajo para preservar los derechos laborales de los trabajadores que lleven a cabo esta modalidad y exige obligaciones para las empresas. Sin embargo, los empleados aún no conocen su alcance: 69% de los consultados en el relevo de Isonomía afirmó no conocer el proyecto o no tener la suficiente información para opinar sobre él.
Hasta que la nueva ley se reglamente y aplique, la negociación sobre la cobertura de costos de insumos como computadoras, sillas ergonómicas y servicio de internet derivará ineludiblemente de los acuerdos privados que entre empleador y empleado. Y, obviamente, la transición permanente a un sistema de teletrabajo deriva directamente de ese tipo de acuerdos: según el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), cerca del 30% de la capacidad productiva actual puede trasladarse a la modalidad de teletrabajo. Pero si ese número se adecua sólo a quienes poseen el equipamiento tecnológico y la conectividad adecuadas, desciende a un 20%.
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